En la calzada romana antes de Fuenteroble de Salvatierra
Subimos al pico de la Dueña, punto culminante de la Vía de la Plata a 1200m, donde mi amigo Diego Miguel Muñoz dibujó un gran peregrino sobre una losa de granito.
Aquí es donde encuentro a Antonio Retamosa, un amigo Facebook que siguio desde Cáceres.
Nos abrasamos. Alegre se encontró en la niebla. Tiene ojos magníficos, myosotis oscuro, que tiene de su madre.
Por desgracia, el descenso es muy doloroso; en cada paso, un clavo entra en la espinilla.
El viento en contra, todavía tan violento, se carga de lluvia.
Cada vez que encontramos un refugio, Nathalie se derrumba, demacrada.
Continuamos en esta línea recta que seguimos durante 20 km.
Los últimos ocho km son interminables, dolorosos.
Los Miliarios son como las estaciones de un calvario, cada 1,4 km.
La via romana está bien conservada aquí: las losas a lo largo del parapeto y los pequeños ladrillos de ocre.
En el sufrimiento, tomo dos.
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