09.26.15
Zamora: la invasión pagana
Sábado, segundo día de turigrino: hoy es open bar: museos, catedrale iglesias con visitas guiadas gratuitas. La ciudad es cuadrada por un ejército de atentos turistas culturales
Mención especial para la catedral. La nave, como lo temía, es demasiado inmensa para procurarme emoción ; esta cortada por un jubileo y los puestos, lleno de barroco, tan lejos de la pureza sencilla de las otras iglesias románicas de la ciudad.
Por otro lado, en el museo, una serie de inmensos tapices flamencos, con colores intactos.
Los temas son muy seculares: la guerra de Troya, y una reconstrucción de la vida de Hannibal ( que me da ilusión cruzar su camino en Extremadura, dentro de 400 kilómetros pocos kilometros
Después de almorzar otra vez al resto de Juan (donde entreno a 7 turistas franceses y una peregrina alemana), última visita por la ciudad, llega la hora del tan esperado desfile de máscaras
Los participantes se preparan en el jardín público con trajes pesados, máscaras de todos tipos, ...
Pieles de animales o tejido, de colores o blancas, o reconstituidas con trozos de tela, ...
Cada vez, alrededor de treinta personas por cada grupo, bastante jóvenes, algunas mujeres y niños, se reunieron alrededor de una pequeña cartel que mencionan de donde vienen : pueblos de los alrededores (como Montamarta donde había visto el anuncio), aldeas o bosques de Asturias, Portugal, e Extremadoure. Solo pueblecito, ninguna ciudad. Cuando se quitan las máscaras, buenas caras de campesinos sonrientes.
Comienza la procesión, con un gran ruido de campanas, tambores, gaitas, castañuelas.
No bailan: saltan, se lanzan or el suelo, tratan de coger las piernas de los espectadores con bastones de pastores o ganchos telescópicos, agitan las nalgas para hacer sonar bien las enormes campanas colgadas en las caderas.
Lo más gracioso es la reacción de los espectadores: permanecen cautelosos, muy circunspectos: la Zámora muy católica y urbana asiste sin entusiasmo excesivo en esta invasión campesina y muy claramente pagana, arcaica.
Las miradas asustadas me recuerdan un poco mi llegada con bordon emplumado y paso pesado.
Los invasores vinieron con su sidra y su cerveza, y no se privan de asustar a las chicas tratando de atraparlas con sus bastones ...
Lo mas eficaz es el olor: unos trajes de piel de cabra son suficientes para llenar el desfile de perfumo salvaje.
Los que yo prefiero son los tipos en capas hechas enormes de los hilos de lana roja, que se lanzan por la tierra y se revuelcan como bebés orso por el suelo.
También hay que mencionar el único grupo de Zámora : jóvenes no disfrazados, simplemente equipados con campanas a las caderas, que pasan las dos horas saltando, muy concentrados, en un electro-trance muy seriament.
Dos horas después, la ciudad se vcia y calla brutalmente: los invasores de repente se van por sus buses, saliendo sin pesar de una ciudad que les es tan ajena.
Mañana, regreso al campo, por un paso larguita de más de 30 km en la tierra de nadie del siglo XII, donde ahora todavía no hay mucha gente ...