Zamora, mechòn.

Me quedo un día más de lo esperado en Zamora : en la pequeña pueblo de Montamarta, un cartel del Alcalde invitaba a los habitantes a desplazarse a la "capital" para participar a una mascarada.
Había oído hablar de estas celebraciones arcaicas donde personajes enmascarados vestidos con extraños disfraces desfilan por las calles.

A la hora señalada, los grupos se están preparando en el jardín público de Zamora. Vienen de Asturias, Castilla, Extremadura, Portugal cercano.
Cada uno con su cartel : solo pueblos con nombres pintorescos, ninguna ciudad.

Los trajes son sobrios o extravagantes; pieles de animales, naturales o en pedazos de trapo; trajes elegantes pero con máscaras muy extrañas.
A menudo se cuelgan grandes campanas en las caderas.

El desfile se sacude, en un gran estrépito de tambores y campanas.
No baila, pero apesta y mueve las nalgas para hacer sonar las campanas.
Con largas cañas telescópicas o garras extraños, máscaras divertido para perseguir y atrapar la niñas Zamora.

El público está prudentemente protegido en la acera;
Esta manifestación pagana es extraña a la muy católica Zamora.

Me encanta especialmente un grupo de portugueses: hombres con grandes chaquetas rojas, acolchados; se tiran al suelo, se revuelcan como pequeños osos y se quedan allí.

Debajo de las máscaras, buenas caras de campesinos que se ríen.
El desfile terminó, no se quedan en la ciudad, vuelven a casa y Zamora reanuda su aspecto “comme il faut”, después de esta repentina invasión pagana.

Por la noche en la Plaza Mayor, un mechón de una máscara abandonado por el suelo, un rastro de Cenicienta que recolecto para usted.

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